Uno de los síntomas clave del envejecimiento facial es la pérdida del óvalo facial, característica típica de las caras entre los 15 y 30 años. El óvalo facial es la forma que tiene la cara tomando como punto más bajo la barbilla y subiendo hasta las mejillas y terminando en la frente sin que se pierda, nunca mejor dicho, esa forma ovalada del rostro.
Cuando somos niños, las caras tienden a ser más redondas, aunque los más pequeños que sean delgados pueden tener ya marcado el óvalo facial. A medida que vamos creciendo las estructuras óseas de la cara se van alargando verticalmente y la imagen de cara redonda se pierde a favor de una cara más ovalada. Si siguen pasando los años, los tejidos de las mejillas y alrededor de la boca se descuelgan y hacen la cara más cuadrada. Con el tiempo, esa caída de los tejidos puede ser tan drástica que la mandíbula parezca recta horizontalmente y de un cuadrado pasemos a una cara con forma triangular.
Pero no solo el envejecimiento nos va a alterar nuestro óvalo. Determinadas personas hipertrofian (aumentan el volumen y fuerza) sus músculos maseteros. Estos músculos, uno a cada lado de la mandíbula, por delante de las orejas, participan en la masticación. Pero también son los músculos que actúan en exceso en situaciones de estrés. Son los responsables de que algunas personas padezcan bruxismo, que es una patología que se caracteriza por dolor y sensación de cansancio en la mandíbula y en los dientes al despertar, y que se puede prolongar durante el día. Al estar hipertrofiados, hacen que la mandíbula se masculinice en las mujeres.
Resumiendo: el óvalo se va a perder porque envejecemos o porque nuestros músculos maseteros son más grandes de la cuenta.
¿Qué podemos hacer para mejorar el óvalo sin pasar por una cirugía?
Hay varias opciones:
- Levantar los tejidos que han podido caer. Para ello se pueden utilizar procedimientos de manera aislada o combinada como pueden ser:
- Hilos tensores: tienen un doble efecto: actúan como un velcro inicialmente y con el tiempo favorecen la formación de colágeno tirando de los tejidos hacia arriba.
- Hidroxiapatita cálcica: rellena y proyecta los pómulos y estimula la síntesis de colágeno, levantando también los tejidos caídos.
- Ácido hialurónico: infla de manera moderada los tejidos que se han “vaciado” para intentar devolver el volumen perdido.
- Radiofrecuencia o ultrasonidos focalizados: tensan la piel (pero no afectan a los tejidos de soporte de la misma, por lo que sus indicaciones son un poco distintas), especialmente útil en la papada.
- Disminuir la hipertrofia de los músculos maseteros: mediante la inyección de toxina botulínica se disminuye el estímulo nervioso que favorece la contracción repetida del músculo y su crecimiento y fortalecimiento excesivo. Evitamos de esa manera que el bruxismo de problemas en mandíbula y dientes y adelgazamos la cara.